La oscuridad en la noche es enigmática, misteriosa y llena de antojos. Esa oscuridad nocturna se convirtió en la artífice de mitos y leyendas, desde carruajes convertidos en calabazas hasta personajes con sed de venganza que reclaman por justicia.
En la tradición judía, la noche es controversial en torno a las tareas que se pueden ejecutar. Ejemplo de ello es la cita de Rabí Jaim Yosef David Azular en su libro Yosef Ometz, que en boca del Arizal sostiene que no es apropiado leer versículos del Tanaj. En tanto, Rab Ovadia Yosef retracta esta posición y alienta la lectura si corresponde para pedir salud por un enfermo.
El momento en el que D-s decide manifestar la Redención corresponde a la medianoche. Se explica en Likutey Halajot que al llamar a la nación judía “Mi hijo primogénito” -Shmot 4:22-, D-s vio el bien en los judíos que estaban en Egipto, incluso en sus momentos más bajos y oscuros (I, p. 5a). La noche así, queda vinculada a un estatus espiritual, de dolor y opresión.
Nuestros Sabios hablan elogiosamente de la práctica de levantarse para jatzot, en medio de la noche, para pedirle a D-s el final del exilio y traer la Redención Final. La justificación es que todo ello puede lograrse a esa hora, debido a que jatzot representa la capacidad de encontrar la luz y el bien en medio del mal y de la oscuridad.
Vale decir, entonces, que no importa cuan aterradora se presente la oscuridad, en tanto el clamor por sanar nazca con pasión desde el alma. De manera figurativa, la oscuridad representa ese problema que aún no tiene solución. La medianoche corresponde al momento en que alcanzas el límite de tolerancia para aceptar lo que te aqueja.
Es en ese momento que D-s se presenta como Redentor de Israel. Es ahí donde reside la esperanza y la salvación, en la esfera donde aún encuentras el bien y la luz, a pesar del mal y la oscuridad. Los enigmas de la oscuridad desaparecen con respuestas de luz y optimismo en la redención.
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