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No hay que poner el carro delante del caballo

Como todos los 27 de Enero desde 2006, estamos frente a un nuevo Día Internacional de Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto.

Ello fue así resuelto por la Asamblea General de la ONU, el 1 de Noviembre de 2005, a 60 años de la derrota del régimen nazi.

Ariel Gelblung, Director del Centro Simon Wiesenthal Para América Latina

Sostiene la Resolución 60/7 de Naciones Unidas que “…el Holocausto, que tuvo como resultado que un tercio del pueblo judío e innumerables miembros de otras minorías murieran asesinados, será siempre una advertencia para todo el mundo de los peligros del odio, el fanatismo, el racismo y los prejuicios”. En razón de ello, además de establecer este día de conmemoración, insta a los Estados Miembros a enseñar sobre el Holocausto para prevenir nuevos genocidios, rechaza la negación total o parcial del mismo como hecho histórico, encomia a los Estados que preservaron sitios relacionados, condena las manifestaciones de intolerancia religiosa, incitación, acoso o violencia de personas o comunidades basadas en sus etnias o religiones y pide al Secretario General que divulgue y adopte medidas para movilizar a la sociedad civil.

Desde entonces, y lo valoramos profundamente, a 18 años de haberse establecido dicha fecha, gran cantidad de estados nacionales, provinciales, municipios y actores de la sociedad civil hoy están llevando a cabo actos formales de conmemoración y memoria de las víctimas.

En todos estos actos vemos funcionarios de alto rango recordando la masacre premeditada y planificada de los nazis, el exterminio de 6 millones de judíos, de los cuales 1,5 millones eran niños, honrando a los sobrevivientes y prendiendo velas votivas.

Todos harán un minuto de silencio. Todos tendrán presente que en igual fecha, pero de 1945, los sorprendidos soldados soviéticos que iban en marcha forzada hacia Berlín para llegar antes que los aliados de Occidente, se encontraron de casualidad con los que eran poco más que esqueletos dejados a su suerte en un sitio llamado Auschwitz, ya abandonado por los nazis, disfrazándolo hasta hoy como liberación.

Lamentablemente, en muchos de estos espacios públicos, al concluir el día, el objetivo no se habrá cumplido.

¿Esto causa sorpresa? 

He aquí por qué.

El Holocausto, queridos lectores, fue la consecuencia de una política antisemita establecida desde mucho tiempo antes, planificada, diagramada y ejecutada desde su nacimiento, y junto al establecimiento de un discurso de odio que, luego de ser naturalizado, tendió a discriminar a un colectivo para luego deshumanizarlo y por último exterminarlo.

Si las políticas públicas se reducen a conmemorar la consecuencia sin estudiar y profundizar las causas, estas últimas pueden tranquilamente volver a repetirse.

Diariamente, vemos que las mismas personas que se horrorizan públicamente con las imágenes de Auschwitz, pueden al día siguiente apoyar una política abiertamente discriminatoria de los judíos.

Los mismos gobiernos que van a prender seis velas en recordación de cada uno de los seis millones que fueron, primero, víctimas de discriminación, luego deshumanización y por último exterminio, son capaces de tratar distinto al único estado judío, considerarlo moral y jurídicamente distinto a sus pares, pidiéndole una actitud distinta a la esperable de otros y reclamar sin ambages su destrucción. 

Y peor aún, se ve a esos mismos gobiernos, apoyar votaciones en ese sentido en las Naciones Unidas, misma institución que hace 18 años instituyó justamente este día para evitar esta clase de acciones.

La creación del día internacional, como dice la propia Resolución 60/7 tiene por objeto evitar las causas que generaron el Holocausto. Es allí donde debe enfocarse la acción de los Estados Miembros.

Simon Wiesenthal lo resumía sosteniendo que “Lo que empieza con los judíos nunca termina con los judíos”. La historia y los números le dan la razón. 

Cuando se lleva a cabo una política de estado antisemita, el número de víctimas no judías es mayor que el de las judías. Solo hay que comparar los seis millones contra los más de 50 que se llevó la Segunda Guerra Mundial.

El día internacional debe resaltar las verdaderas políticas que busquen combatir el antisemitismo hoy para que el recuerdo de los muertos sirva para cuidar a los vivos.

En América Latina, hay que destacar que la Organización de Estados Americanos no solo adoptó la Definición de Antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA), si no que en un documento conjunto con el Centro Wiesenthal instó a todos los países de la región a hacerlo. Además, creó la figura del Comisionado para el Monitoreo y Combate del Antisemitismo en América Latina.

Uruguay, Argentina, Guatemala y Colombia conforman hoy el limitado club de países que adoptaron dicha medida. 

En cuanto al caso Argentino, el avance es muchísimo mayor, lo que sería motivo de otra nota.

Brasil entendió que la negación del Holocausto es un delito.

El resto de la región tiene mucho por trabajar, empezando por reconocer que el antisemitismo está presente y no pretender barrerlo bajo la alfombra para no reconocer la propia suciedad en el living.

Hay que trabajar en las causas y no en las consecuencias.

Ya sabemos que es de necios poner el carro delante del caballo.